La imagen de Néstor Kirchner dando la orden al entonces general del Ejército argentino Roberto Bendini para que retire del Colegio Militar las fotos de los dictadores Jorge Rafael Videla y Roberto Bignone, que impusieron el terrorismo de Estado en Argentina entre 1976 y 1983, fue uno de los gestos que provocó mayor repercusión al inició de su gestión como presidente.
Desde los sectores de la derecha utilizaron argumentos tales como “la falta de respeto” o el discurso repetido de que esa acción tendría un efecto negativo en la “reconciliación” del país.
La fecha en que ocurrió este acto no era menor: un 24 de marzo de 2004, cuando se recuerda el golpe de Estado que los militares argentinos encabezaron y que le costó al país 30 mil personas desaparecidas y asesinadas, además del comienzo de la aplicación sistemática del plan neoliberal que tiene repercusiones hasta estos días.
Con gesto duro y voz firme, el entonces mandatario argentino ordenó retirar esas imágenes que representaban una etapa de impunidad y muerte en el país.
Luego de esta ceremonia, el ex presidente Kirchner encabezó un acto en el Colegio Militar donde sostuvo que “nunca más tiene que volver a subvertirse el orden institucional”.
El ex Jefe de Estado señaló en ese momento que retirar las fotos de los dictadores “marca un claro posicionamiento que tiene todo el país, de terminar con esa etapa lamentable de nuestro país y que definitivamente esté consolidada la democracia y desterrado el terrorismo de Estado”.
“Que quede bien claro, el terrorismo de Estado es una de las cosas más sangrientas que le pueden pasar a una sociedad. No hay nada que habilite el terrorismo de Estado, y menos la utilización de las Fuerzas Armadas”, aseveró.
En sus discursos posteriores, Kirchner supo canalizar el clamor que se escuchaba en las calles desde 1983, cuando volvió la democracia al país, y organismos de derechos humanos, partidos políticos de izquierda y sindicatos reclamaban el fin de la impunidad que tenían los militares que habían participado en la represión.
Si bien el gobierno de Raúl Alfosín (1983-1989) había llegado al poder con un discurso de cierta ruptura con el régimen militar, el denominado Juicio a la Junta sólo alcanzó a los máximos responsables de la dictadura, con penas leves en comparación con el genocidio que impulsaron.
A esto se debía sumar la aprobación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, que permitieron la impunidad del resto de los militares de todos los rangos que fueron responsables de las desapariciones y asesinatos.
Con el gobierno de Carlos Menem (1990-1999) esta política de impunidad se profundizó con la aprobación de las leyes del Indulto, que permitía la libertad de los generales condenados y reforzaba la teoría conocida como de “los dos demonios”, que equiparaba la represión estatal con la resistencia armada de las organizaciones revolucionarias argentinas.
En 2003, la diputada de Izquierda Unida (IU), Patricia Walsh, envió al Parlamento argentino un proyecto para anular las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. La iniciativa fue apoyada por el presidente Kirchner y la bancada legislativa de su partido.
En 2006, la justicia argentina declaró la incostitucionalidad de los indultos, luego de una sostenida campaña para lograr este objetivo, donde las movilizaciones y las posturas del Ejecutivo argentino se hicieron con la mayor unidad y concordancia.
Al conmemorar el 28 aniversario del golpe militar, en un acto en la Escuela de Mecánica de la Armada (Esma), Kirchner pidió perdón en nombre del Estado por las “atrocidades” cometidas por los dictadores.
Era la primera vez que un gobierno constitucional tomaba esta postura de confrontación directa con los defensores de la represión y lo hacía desde un lugar emblemático, como la Esma, el mayor campo de concentración que existió durante el régimen militar por donde pasaron más de cinco mil detenidos desaparecidos.
Frente a una multitud, Kirchner anunciaba también la construcción en ese lugar del Museo de la Memoria, donde diferentes organizaciones de derechos humanos ocuparían las instalaciones para desarrollar actividades y proyectos.
“Como presidente de Argentina, vengo a pedir perdón en nombre del Estado nacional por la vergüenza de haber callado durante 20 años de democracia tantas atrocidades”, sostuvo durante el acto.
Sin dudar, el ex presidente aseveró que “los responsables del hecho tenebroso y macabro de tantos campos de concentración, como fue la ESMA, tienen un sólo nombre: son asesinos repudiados por el pueblo argentino”.
Reconocido a nivel internacional por su política favor de los derechos humanos, el ex presidente Néstor Kirchner apoyó desde su gobierno un camino que en Argentina venía construyendo un conjunto de organizaciones, movimientos y ciudadanos que reclaman todavía el castigo judicial contra los represores.
Un hecho político que los mandatarios anteriores no se habían atrevido a respaldar, porque mantenían la política de impunidad acordada con el poder militar en las sombras, dando la espalda a un exigencia popular innegable.
AVN/Antv-cc
Miércoles, 27 de Octubre de 2010
ANTV -- Nestor Kirchner Terminó con la Impunidad de Represores de Dictadura Argentina